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- Luchó contra Franco, se alistó en la Legión Extranjera y después de pasar por Argelia en la Segunda Guerra Mundial, fue recluido en el campo austriaco
El reconocimiento de su país, España, por su lucha durante la Guerra Civil contra el fascismo y luego en Europa contra el nazismo, que lo llevaron al exilio y a sufrir los horrores de los campos de concentración, tardó en llegar, pero lo hizo al menos a tiempo. Apenas mes y medio después de recibir una reparación de su país natal, Juan Romero, el último superviviente español del campo de Mauthausen, ha fallecido a los 101 años en Francia, el país donde continuó su batalla contra los totalitarismos y donde se instaló tras la Segunda Guerra Mundial, ante la imposibilidad de volver a la España de Franco, al que había combatido antes de luchar contra los nazis.
La noticia de su muerte la ha dado la vicepresidenta primera del Gobierno, Carmen Calvo, quien a finales de agosto se trasladó hasta Aÿ Champagne, donde residía el torrecampeño Juan Romero, para entregarle personalmente la declaración de reparación y reconocimiento personal por “su lucha contra el fascismo, por las libertades y en defensa de la democracia”.
“No hace muchos días tuve el inmenso honor de reconocer en nombre del Gobierno de España a Juan Romero, nuestro compatriota exiliado en Francia tras pasar por los campos de concentración nazis. Hoy lamento su fallecimiento, deseando que descanse con la paz por la que siempre luchó”, ha escrito hoy Calvo en las redes sociales. También el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha enviado un “recuerdo para un héroe de nuestro país que luchó contra el fascismo, por las libertades y en defensa de la democracia”.
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Juan Romero, nacido en Torrecampo en 1919, era apenas un adolescente cuando estalló la Guerra Civil. No dudó sin embargo en alistarse en el Ejército fiel a la República, lo que lo llevó a combatir en los frentes de la Sierra de Guadarrama, Brunete, Guadalajara, Teruel y hasta en la batalla del Ebro, en la que resultó herido. Formó parte del medio millón de republicanos que huyeron en febrero de 1939 hacia Francia tras la caída de Cataluña, en la llamada Retirada. “No quería que Franco me atrapara”, explicó ocho décadas después.
Su lucha contra el fascismo no había acabado. Aunque nada más llegar a Francia fue internado en Vernet d’ Ariège, uno de los campos de internamiento en los que acabaron buena parte de los republicanos que huían del franquismo, en abril del mismo 1939 Romero se alistó en la Legión Extranjera para luchar contra el nazismo, lo que lo llevó primero a Argelia. Acabó hecho preso en 1940 y fue trasladado al campo de prisioneros de guerra Stalag III-A en Luckenwalde, a medio centenar de kilómetros al sur de Berlín. Según contó a Efe en una entrevista en agosto, allí salvó la vida gracias a un soldado alsaciano que convenció a los captores nazis de que no había sido él quien había dibujado una hoz y un martillo en los baños, pese a que su pasado de republicano español le convertía en el principal sospechoso. No se libró sin embargo de ser trasladado un año después, en agosto de 1941, al campo de concentración de Mauthausen.
Allí fue destinado primero a la terrible cantera. “Cuando terminaba el día, subíamos una piedra por la escalera, y que no fuera pequeña… Los SS eran unos criminales. Todos los días llegaban los carros de la cantera llenos de muertos”, contó en el portal deportados.es. Más tarde fue destinado al servicio de acogida de nuevos arrestados.
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“Yo veía a toda la gente que entraba en las cámaras de gas”, rememoró este verano Romero, quien tras una larga vida en el exilio —tras el final de la Segunda Guerra Mundial, incapaz de volver a la España franquista, regresó a Francia— en una mezcla de su español natal y el francés adquirido durante más de media existencia en el exilio. “Algunos pasaban primero por el campo de concentración, pero a otros les llevaban a las duchas directamente desde el tren”.
Como Romero, otros 9.300 españoles, algunos de ellos menores, acabaron en diversos campos nazis. Solo en Mauthausen, el último campo liberado, pasaron entre 1940 y 1945 unos 7.300, de los que fallecieron 5.000. Para diferenciarles de los judíos, los nazis les señalaban con un triángulo azul, que los identificaba como apátridas. La dictadura franquista no les reconocía como españoles.
En 1945, Romero fue repatriado a Francia y llegó a Ay, donde había tres campos de repatriación que acogieron a más de la mitad de los españoles supervivientes de Mauthausen, según se recordó este verano durante su ceremonia de reparación, a la que asistió, muy frágil, pero profundamente emocionado. Romero acabó rehaciendo su vida y fundando una familia en esta región de Champagne donde ahora se ha apagado, no sin antes ver reconocida, por fin, su lucha tanto en su país de acogida —en 2016 fue condecorado con la Legión de Honor francesa— como, finalmente, su España natal.
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En el homenaje del pasado mes de agosto, Calvo agradeció en nombre del Gobierno de España a Juan Romero su lucha contra el franquismo y su defensa de la democracia. “Siempre estaremos en deuda con los antifascistas españoles”, enfatizó entonces, anunciando el nuevo proyecto de ley de memoria democrática, en continuación a la Ley Nacional de Memoria Histórica promovida durante los años de Gobierno del socialista José Luis Rodríguez Zapatero.
Andalucía, la comunidad autónoma que lo vio nacer, también ha tenido un reconocimiento para el torrecampeño ya que la Comisión de Cultura del Parlamento andaluz a propuesta de Adelante Andalucía, lo ha declarado recientemente Hijo Predilecto de Andalucía. El galardón lo hubiera recogido el próximo día 28 de febrero, Día de Andalucía.
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